Usos y husos horarios
A finales del siglo XIX, para corregir el problema de las diferencias horarias entre ciudades que no se encontraban en el mismo meridiano, se acordó internacionalmente dividir la Tierra en veinticuatro áreas horarias en base a que nuestro planeta gira alrededor de su eje una vez cada 24 horas. Esas áreas delimitan las distintas zonas horarias, también conocidas como husos horarios.
Todos los husos horarios se definen en relación con el denominado Tiempo Universal Coordinado (UTC), huso horario centrado sobre el meridiano de Greenwich (0º) que recibe ese nombre por pasar por el observatorio de Greenwich (Londres). Cada huso queda comprendido en una banda de 15° de longitud y al pasar de un huso horario a otro en dirección Este hay que sumar una hora y por contra, al pasar de Este a Oeste hay que restar una hora.
Sin embargo, como consecuencia de las fronteras políticas, las delimitaciones horarias en algunas regiones adoptan formas irregulares o arbitrarias. Así, existen países que poseen su propio huso horario, por lo que no siguen el patrón general que marca el Tiempo Universal Coordinado. Además, muchos países agregan una hora en verano (horario de verano) por motivos ajenos a los husos horarios (supuesto ahorro energético).
El reloj de España adelanta 1 hora (por lo menos)
Respecto a nuestro país (España está que se sale: el meridiano y la hora oficial), el horario por el que se rige la España peninsular no se adecúa a su hora solar, esto es, no coincide con la zona horaria que realmente le corresponde. Además aplicamos el cambio de horario en primavera y otoño, a pesar de que realmente no está demostrado que tenga un impacto directo sobre el ahorro y la eficiencia energética, por lo que el desfase horario respecto de la hora solar durante seis meses en la península es de dos horas.
Según algunos estudios, todo esto no sólo tiene consecuencias en la vida cotidiana, también en la economía. En España amanece más tarde y por tanto se entra a trabajar más tarde y se sale más tarde, teniendo que partir en dos la jornada laboral, que se hace interminable, siendo ésta una de las causas de la baja productividad en nuestro país.
El origen de este desfase lo encontramos en plena Segunda Guerra Mundial cuando Alemania obligó a Francia a cambiar su huso horario, una modificación que también adoptarían Reino Unido y Portugal, y también España mediante decreto de Franco (El día en que Hitler decidió cuál era el huso horario de España).
Pero finalizada la guerra, lusos y británicos recuperaron el huso horario de Europa occidental, no así España. Tampoco los franceses, posiblemente por la proximidad geográfica de su parte oriental a ese huso horario, cosa que no ocurre en nuestro país, que estando en el extremo de Europa occidental tenemos horario de Europa central y compartimos hora con países como Polonia y Albania.
En la siguiente imagen, extracto del mapa anterior haciendo zoom sobre Europa occidental y resaltando el huso horario del meridiano de Greenwich, observamos que la España peninsular pertenece claramente a esa zona horaria (UTC 0), y si tiene que salirse lo hace más bien por el oeste antes que por el este. Por tanto, en cuanto a España peninsular, Baleares, Ceuta y Melilla, los relojes deberían marcar una hora menos a la actual para ajustarse a su posición real. Y siendo estrictos, los gallegos están fuera de esa zona y debería pasar al siguiente huso horario (UTC-1), retrasando los relojes dos horas. En esa misma zona están las Islas Canarias, que por tanto no perderían su particularidad respecto al resto del país, pero la compartirían con Galicia.
Propuestas de cambio y alguna resistencia
Paulatinamente han ido materializándose propuestas para que España adopte, de una vez por todas, el huso horario del Meridiano de Greenwich (Ciudadanos quiere retrasar una hora los relojes de España, ¿Y si tuviéramos el mismo horario que en Londres?, Médicos especializados en los transtornos del sueño piden que se cambie el huso horario).
Y repetidamente miembros de la Asociación para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) han reclamado que España regrese al huso horario que le corresponde por situación geográfica, el que marca el meridiano de Greenwich.
Los partidarios de este cambio estiman efectos favorables para la calidad de vida, la salud y el aumento de la productividad. Concretamente, valoran positivamente los beneficios de la adaptación del horario a la hora solar argumentando que aumentarían el rendimiento y las horas de sueño, con efectos beneficiosos sobre el nivel de estrés y el fracaso escolar. Económicamente también predicen un aumento de la productividad porque aunque la actividad económica sería la misma en número de horas, ésta se desarrollaría en un horario más razonable. Calculan que el desajuste de horario entre el reloj biológico y el actual supone un coste aproximado del 1% del PIB.
En septiembre de 2013 (Boletín Oficial de las Cortes Generales de 26 de septiembre de 2013), el informe para el estudio de la Racionalización de Horarios, la Conciliación de la Vida Personal, Familiar y Laboral y la Corresponsabilidad recoge, respecto a este tema, importantes conclusiones, que por su importancia extraigo y cito literalmente (las negritas son mías):
El Gobierno debería realizar los estudios socioeconómicos necesarios para conocer en detalle cuál sería la incidencia económica global de un posible cambio de huso horario en España —recuperando nuestra antigua vinculación al huso horario de Greenwich— y de una racionalización de los horarios laborales, en torno a unas franjas horarias de entrada y salida de aquellos empleos que así lo permitan. Esta Subcomisión considera que ambos aspectos incidirían favorablemente en la conciliación de todas las personas, permitiendo disponer de más tiempo para la familia, la formación, la vida personal, el ocio, y evitando tiempos muertos en nuestra jornada laboral diaria. Se trata de una tarea compleja, puesto que implica una transformación de nuestros usos y costumbres cotidianos —horas de levantarse, de acostarse, horas totales de sueño, horarios televisivos, de espectáculos— pero es innegable que los resultados nos harían converger con Europa en muchos aspectos en los que hoy estamos sumamente alejados, y muy particularmente en productividad, en competitividad, en conciliación y corresponsabilidad.
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Conciliar supone volver a Greenwich. El horario español es extraño y realmente no hay razón objetiva (ubicación geográfica, clima, cultura) que lo justifique. El mundo está dividido en 24 zonas o husos horarios y en cada huso hay una hora máxima de diferencia entre un punto y otro. España se ubica en el huso horario europeo occidental de los tres que existen en Europa (occidental, central y oriental). Téngase en cuenta que el huso natural español es el de Greenwich (el meridiano de Greenwich atraviesa España desde el Pirineo Aragonés hasta Castellón), lo que supondría tener la misma hora que Portugal, Francia y Gran Bretaña y, en consecuencia, una hora de diferencia con Alemania e Italia. Sin embargo, en la II Guerra Mundial se modificó esta situación: Primero, Gran Bretaña cambió su hora para coincidir con Alemania, y cuando Alemania invadió Francia este país adoptó el mismo huso horario. En 1940 España, con la intención de no diferenciarse de todos estos países, se incorporó, igualmente, al huso horario de Europa central. En 1945 Gran Bretaña regresó a su hora, pero no lo hacían Francia, Benelux y España. Nuestro país sigue, en este momento, en el huso horario de Europa central, a diferencia de lo que ocurría antes de la 2.ª Guerra Mundial. Esto hace que la hora oficial no coincida en absoluto con la hora solar: Así, en Levante, en invierno, hay una hora de diferencia entre la hora oficial y la solar y dos en verano, mientras que en Galicia, son dos y tres, respectivamente.
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Tanto Holanda como, Bélgica, Luxemburgo, Francia, Mónaco, Andorra y España tendrían que estar incluidos en el huso occidental, siendo para España un problema mucho más grave dado que se encuentra geográficamente ubicada más al oeste, lo que provoca que la diferencia entre hora solar y hora oficial sea mayor. Nuestro horario se rige por el sol, y seguimos comiendo a la una de la tarde (hora solar) y cenando a las ocho (9 y 10 en invierno y verano según la hora oficial). De esta manera, madrugamos demasiado y dormimos casi una hora menos de lo recomendado por la OMS.
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Otra razón que contribuyó a mantener esta situación fue el pluriempleo derivado de la postguerra. Ante una situación económica desastrosa, la población se vio obligada a tener dos empleos, uno oficial por la mañana, más largo (normalmente hasta las dos) y otro menos oficial en la tarde. A eso se debe que nuestras Administraciones Públicas o bancos no tengan horario de tarde, y que exista un período de descanso largo entre ambos tramos de jornada. De ahí nuestras dos horas dedicadas al almuerzo. Ante esta situación cabría una doble solución:
1. Volver al huso horario europeo occidental vigente antes de la guerra; medida que podría imponerse con un Decreto y no generaría ningún coste económico. El cambio además podría realizarse cuando Europa modifica al horario de verano, por el simple procedimiento de no tocar entonces los relojes. Ello iría unido al adelanto en una hora de todos los horarios de referencia social (programas de televisión, partidos de fútbol, misas) a partir de la mitad de la mañana.
2. Fomentar el uso de la jornada continua, con un máximo de una hora para el almuerzo, preferiblemente de 13 a 14 horas, lo cual también haría innecesario el café de media mañana.
El resultado de este cambio permitiría obtener más conciliación entre la vida personal y laboral; mayor productividad; menos accidentes laborales y de tráfico, mejor descanso y menor fracaso escolar. Socialmente podría provocar cierta resistencia que en poco tiempo sería vencida por las grandes ventajas que aportaría el cambio.[…]
El problema de la conciliación en España se ve agravado además por una extraña organización diaria del horario que no tiene parangón con ningún otro país, y cuyo origen no parece encontrarse en razones geográficas, climatológicas o culturales, sino más bien en una curiosa circunstancia histórica, consistente en que durante la Segunda Guerra Mundial el Gobierno cambiase la hora española para adecuarse a la alemana, como hicieron otros países por razones bélicas —Gran Bretaña, Francia, Portugal— pero una vez terminada la guerra, no se volviese a la hora anteriormente en vigor, la del meridiano de Greenwich, cosa que sí hicieron Gran Bretaña y Portugal. De hecho España se encuentra ahora en el huso horario de Europa central, cuando debería estar en el huso europeo occidental. Por esta razón, nuestro horario se rige más por el sol que por el reloj: comemos a la una de la tarde, hora solar, y cenamos a las ocho, aunque nuestro reloj indique que son las tres y las diez de la noche, respectivamente. Esta situación se agrava más cuando adoptamos el horario de verano, cuando nuestra diferencia con respecto al sol es de tres horas.
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Geográficamente, a nuestro país le corresponde la hora solar del meridiano de Greenwich, que pasa por Londres. La misma hora que tienen Canarias, Portugal e Inglaterra, y que se cambió, durante la Segunda Guerra Mundial, por motivos bélicos, pasando a tener la misma hora del meridiano de Berlín. El hecho de que España, desde hace más de 71 años, no tenga el huso horario que le corresponde, da lugar a que madruguemos demasiado y durmamos casi una hora menos de lo recomendado por la OMS. Todo ello afecta negativamente tanto a la productividad, como al absentismo laboral, al estrés, a la siniestralidad y al fracaso escolar. Se recomienda valorar el coste y las consecuencias que podría suponer la vuelta al huso horario europeo occidental, en vigor en España antes de 1942.
Según una encuesta realizada en 2014 por el diario La Vanguardia (Cambio de hora: piden a España que adopte el horario de Greenwich), la amplia mayoría de participantes apoyaron el cambio de zona horaria.
Entonces, considerando todo lo anterior, ¿por qué no se cambia? Realmente no lo sé, pero los únicos, o al menos con más fuerza, que se han opuesto al retorno al huso horario lógico han sido los responsables de los canales de televisión.
Las cadenas concentran la mayor parte del consumo de televisión en un horario (prime time) que va desde las 20:30 hasta bien pasadas las 0:00 horas, mientras que en el resto de países europeos acaba antes. En este período de máxima audiencia las televisiones logran la mitad de su facturación, y cambiarlo sería equivalente a perder espectadores. Por tanto, tienen motivos económicos suficientes para oponerse a hacer modificaciones de hora.
Va a ser cierto eso de que la TV no nos deja dormir (a nuestra hora).